Nuestro ritmo de vida debe ir acompañado de una dieta variada, basada en alimentos frescos y ricos en vitaminas y minerales, dormir el suficiente número de horas para favorecer el correcto funcionamiento de nuestro sistema de defensas, hacer deporte de intensidad moderada (caminar a paso ligero, nadar, bicicleta, etc.), intentar llevar un ritmo de vida más relajado y a evitar el estrés.
Cuando la dieta no es equilibrada, cabe la posibilidad de recurrir a complementos alimenticios, teniendo en cuenta que, al mismo tiempo, se deben mejorar progresivamente los hábitos alimentarios.
Recurrir a las plantas medicinales para ayudar a reforzar la inmunidad (cúrcuma, jengibre o granada, así como, tomillo, escaramujo, ajo, hojas de grosello negro, espino amarillo, etc.).